domingo, 19 de enero de 2014

Contexto histórico

La urgencia de “romper” con el pasado “clásico” en el cambio del siglo XIX al XX se sintió en todas las artes. La revolución industrial entraba en su “segunda fase” o 2ª Revolución Industrial, la que llevó a un capitalismo. En este período, nos encontramos con una economía maquinista y productivista, en lo social, con un movimiento obrero enfrente organizado, nacionalista e imperialista en lo político y donde la cultura va a ser también un producto capitalista: medios de comunicación, formación de la persona, mercantilización del arte y la cultura en general.
La generación nacida en torno al medio siglo XIX (entre 1840 y 1860) siente en su madurez esa necesidad y, entre los artistas e intelectuales empieza la ruptura (en Centroeuropa los “movimientos rupturistas” se llamarán Secesión” después de 1890. Veremos en la pintura el Impresionismo que genera una nueva técnica pero quienes empezaron en ella llegaron más lejos preparando la ruptura definitiva de las dos primeras décadas del siglo XX. Veremos esa ruptura, también, en la escultura de Rodin y los tanteos de sus herederos... hasta que en la segunda década también se acabe con la figuración. En las artes decorativas (modernismo y pronto el art decó) también. En la Arquitectura no podía ser menos. Un nuevo estilo para una nueva sociedad, urbana, de masas... y clasista.
La generación siguiente, la nacida en torno a los años 70 y 80 del XIX será decididamente rupturista, abriendo el camino para la siguiente (nacidos en torno al cambio de siglo) quienes en su madurez vivirán los horrores de la guerra y los totalitarismos. La generación que nace en torno a los años 70 y 80 es la que configurará las “vanguardias” (del francés avant-garde) que hasta los años 20 cambiarán definitivamente el panorama artístico en todo el mundo occidental. La del cambio de siglo (que en España produjo la fascinante “generación del 27”) apura la creatividad hasta el límite, aunque en la segunda mitad del siglo XX serán rebasados por una nueva generación que ya es decididamente “artista para las masas” y usando nuevas técnicas que superan las “artes” tradicionales.
Sin embargo, las tendencias en esa ruptura son varias... como las que veremos en la pintura. Hablamos de “Movimiento moderno” en Arquitectura para agrupar esas tendencias que hasta pueden parecer contradictorias en algunos casos (F. Ll. Wright y Le Corbusier, tienen una concepción casi opuesta sobre lo que debe ser un edificio, pero también coinciden). Otras apuestas intentan trasladar a la arquitectura los experimentos de las artes plásticas: hay una arquitectura “expresionista”, “futurista” o “constructivista”. El movimiento moderno, en general, huirá de los efectismos “estéticos” de estos ismos. Un movimiento arquitectónico que tendrá resonancia y se da en el mismo tiempo es el Art Deco.
Una temprana reacción al historicismo y al eclecticismo que imperaban desde el XIX será el denominado Art Deco. Reacciona frente al decorativismo excesivo del eclecticismo aceptado por el modernismo. Asume algunos presupuestos de las vanguardias Cubista, Futurista y Constructivista pero también se siente influido por el exotismo de las culturas no europeas de moda en el momento: orientalismo egipcio, mundo maya… Así, la línea recta o la curva moderada y la compensación entre horizontales y verticales se lleva a la fachada junto con una mínima decoración (generalmente en relieve) que trae esas culturas extrañas.-La monumentalidad y el sentido urbano y futurista son también características que ofrece.
El Art Deco arrancó desde las artes decorativas y por impulso de un “modernista” como el francés H. Guimard. En 1926 la exposición de artes decorativas celebrada en París fue todo un éxito y dio impulso a nuevos productos “industriales”: el diseño industrial. Para esa fecha y hasta finales de los 30, el Art Deco en arquitectura será uno de los estilos dominantes. También dejará influencia sobre el “Movimiento moderno”, de manera que algunos arquitectos que militarán luego en éste, empezaron en aquél. Comparte, con el Movimiento Moderno el interés por integrar el diseño interior, el mobiliario y la decoración, en el edificio, en una concepción integral.
En 1919 se fundó en Weimar La Bauhaus, una escuela “de artes y oficios” que tendrá una importancia determinante y definitiva para la nueva arquitectura. Quiere integrar y desarrollar el diseño industrial incorporando materiales, formas, teorías y el gusto “modernos”.-Quiere utilizar un método de estudio “moderno”: teoría y práctica simultáneamente y a cargo de dos profesores, uno “maestro de taller” y otro “profesor de teoría”. Y, siempre, apurando la creatividad del alumno. Alemania acaba de perder la I G.M. y vive inmersa en un ambiente de revolución… pero en Weimar se funda la República federal como una democracia avanzada. En 1925 de Weimar, La Bauhaus pasa a Dessau y, en 1930 a Berlín… donde Hitler la cerrará en 1933.
Además, en 1928 comienzan los CIAM o congresos internacionales de arquitectura moderna. El cuarto, en 1933, debía celebrarse en Moscú, pero no fue posible: empezó en Barcelona y concluyó en un barco de recreo con un documento final: la Carta de Atenas que publicará en 1942 Le Corbusier. Los Congresos internacionales tuvieron importancia para llevar la preocupación por la nueva ciudad (y sus edificios) por todo el mundo. Una ciudad donde hay que combinar usos y espacios. Una ciudad donde vivirá con el tiempo la mayor parte de la humanidad. Una ciudad que, ya se sabe entonces, influye en la psicología del individuo de forma determinante. Pero, especialmente, en la salud y la sociabilidad: es el espacio humano predominante, y las autoridades públicas deben comprometerse a su “humanización”.
El siglo XX es un período donde las guerras ocupan un papel esencial para poder comprender la situación que se vivía en esa época. Este siglo se inicia en medio de grandes adelantos tecnológicos, entre los cuales el automóvil ocupa un lugar destacado. En los años 1910, los intereses de las potencias mundiales empujaron a la humanidad a una nueva dimensión de conflicto, la Primera Guerra Mundial (iniciada en 1914), que aunque se inició como un conflicto europeo terminó absorbiendo a las principales naciones del mundo. La confrontación se inició tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo. Los grandes perdedores al cabo de los cuatro años en que se desarrolló la guerra fueron los imperios de Austria, que perdió tal distinción para siempre, y el imperio Ruso, cuya monarquía fue exterminada (la familia real fue ejecutada) para dar paso a un nuevo sistema de gobierno, el Bolchevique, liderado por Lenin.
EE. UU se convirtió en potencia mundial de primer orden al igual que Japón, cuya primacía en Asia ya nadie discutía. Alemania perdió su pequeño imperio colonial, pero aun así logró mantener su infraestructura nacional. Fue el caso contrario al de Francia, que se suponía había resultado victoriosa en la guerra.
En los años 1930, el creciente descontento de los alemanes hizo que Adolf Hitler tomara el control del país en 1933 con un apoyo de la población sin precedentes. Alemania dejó de lado la República de Weimar y se convirtió en un Estado totalitario al igual que la Italia de Benito Mussolini y la URSS de Josef Stalin.
Alemania se desarrolla nuevamente, la economía se relanza con el impulso que le da la industria y la inversión del Estado en infraestructuras. El Imperio Japonés se consolidaba en Asia, afectando los intereses de Europa y EE.UU especialmente en el Pacífico.
El colapso de la República y la Guerra Civil Española desangró a España, la convirtió en un Estado totalitario y sirvió de preámbulo a la gran guerra que estaba por venir en el continente. Ante todo este panorama de guerras y tensión entre las potencias mundiales en la primera mitad del siglo XX la arquitectura se desarrolla dando respuestas a los problemas del hombre actual que son nuevos y por ello sus necesidades también, sin antecedentes referenciales. Ante todo se revisa el verdadero significado de la arquitectura y a partir de este momento no podrá juzgarse suficientemente una obra si no la visitamos en su interior. Esta nueva estética radica en la función. Si el edificio está armoniosamente distribuido en su interior, si está integrado en el entorno, si resulta grata su habitabilidad, el edificio es bello. Desligados del compromiso del pasado, los arquitectos de este siglo manejan los volúmenes y los espacios con criterios absolutamente distintos producto de los nuevos materiales y de las nuevas necesidades.
Pese a que tras la Segunda Guerra Mundial hubo aún importantes construcciones dentro de este estilo, las últimas décadas del siglo XX han estado dominadas por otros movimientos críticos, herederos en cualquier caso del movimiento moderno.

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